¿Qué aporta una sesión con Flores de Bach?
La percepción errónea sobre las Flores de Bach y la realidad de su efecto
Estamos acostumbrados a que, cuando tenemos un problema de salud, acudimos al médico, nos receta un tratamiento y lo único que debemos hacer es seguir las indicaciones. Siguiendo esta lógica, mucha gente piensa que con las Flores de Bach pasa lo mismo.
De hecho, hace tiempo una persona me dijo en tono irónico: “Bueno, entonces ¿quieres decir que te tomas cuatro gotas y desaparecen todos tus problemas?”.
Ojalá fuera tan sencillo, pero no funciona así. Y en el caso de las mascotas, tampoco.
Más que un simple preparado
Es cierto que, si conoces las Flores de Bach —por ser las más populares—, puedes ir a la farmacia o al herbolario, explicar lo que te ocurre y quizás te preparen una mezcla. Otras veces, simplemente te ofrecerán el famoso Rescue Remedy o alguna esencia concreta según lo que pidas.
El problema es que, sin un seguimiento adecuado durante el tratamiento, los resultados pueden no ser los esperados o no cumplir con las expectativas que llevabas.
Esto no significa que no funcionen, sino que los efectos de las esencias suelen ser tan sutiles que, muchas veces, la persona no los percibe si no se trabaja dentro de un proceso terapéutico. En otras ocasiones, alguien puede sentir que “no le han sentado bien”, cuando en realidad lo que ocurre es que han aflorado emociones incómodas —lo que llamamos resistencias—. También es frecuente que, tras una semana, alguien piense que “no le están haciendo nada” y abandone el tratamiento antes de tiempo.
La importancia del acompañamiento terapéutico
Con los animales pasa lo mismo. Las Flores de Bach, por sí solas y sin unas pautas conductuales, difícilmente mostrarán un efecto claro. Por eso, si se quiere tratar a una mascota con Flores de Bach y no se tienen conocimientos previos, lo recomendable es contar con el apoyo de un terapeuta canino.
Entonces, ¿es realmente necesario acudir a un terapeuta floral para tomar las esencias?
La respuesta depende del grado de implicación que quieras tener en tu propio proceso de evolución.
Todos somos responsables de nuestros actos y de nuestra vida. Cuando asumimos esa responsabilidad y nos comprometemos a cambiar lo que nos molesta, lo que nos disgusta o lo que no nos hace felices, cuando aprendemos a poner límites y a mantenernos firmes frente a lo que nos avasalla, damos un gran paso hacia el equilibrio.
